Francisca Garay busca entender el comportamiento de partículas diminutas. Diego García-Huidobro tiene el objetivo de reducir la obesidad infantil y las adicciones con intervenciones centradas en la familia. ¿Qué tienen en común? Ambos académicos fueron seleccionados para participar del World Economic Forum Young Scientists, junto a los científicos sub 40 más promisorios del planeta.
Veinticinco son los investigadores jóvenes, menores de 40 años, provenientes de 14 países y de las disciplinas más variadas, que son reconocidos por el World Economic Forum Young Scientists. Se trata de una comunidad mundial de científicos jóvenes, creada en 2009 por el Foro Económico Mundial, con base en Ginebra.
Este año, dentro de este selecto grupo de científicos, fueron elegidos dos investigadores de la UC: Francisca Garay, académica de la Facultad de Física, y Diego García-Huidobro, de la Facultad de Medicina.
Ellos tendrán la oportunidad de compartir con otros científicos jóvenes, así como líderes científicos, políticos y emprendedores de distintas partes del globo. Se trata que ellos mismos se transformen en líderes globales, partiendo desde el rol que ya juegan en sus propios ámbitos.
Colisionador de partículas y el origen del universo
“Significa un inmenso honor haber sido elegida. Al mismo tiempo, se siente una gran responsabilidad, porque espero poder utilizar de la mejor manera todas las herramientas que pueda significar esto para poder ayudar al país desde el mundo científico”, cuenta Francisca Garay.
Desde que era una estudiante de pregrado, hace diez años, que Francisca trabaja en el experimento ATLAS del Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas más grande del mundo, construido por la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), en Suiza. Su objetivo es que las partículas, muy pequeñas, choquen entre sí. Esto permite comprender el mundo subatómico y las leyes de la naturaleza que lo gobiernan.
“He tratado de aportar en varias áreas del experimento: hardware, análisis de datos, software, etc. Pero mis mayores aportes han sido en análisis de datos para entender propiedades del bosón de Higgs -un tipo de partícula elemental que se cree tiene un papel fundamental en el mecanismo por el que se origina la masa de las partículas elementales-, por ejemplo, cuál es su masa o si existe más de un bosón de Higgs”, explica.
En la actualidad, la investigadora se ecnuentra trabajando -en conjunto con el profesor Marco Aurelio Díaz, también del Instituto de Física UC-, en el proyecto de construcción de detectores de muones que se debieran instalar en ATLAS durante los años 2020-2021. En esta iniciativa también participan las universidades Santa María y Andrés Bello.
“También quise aportar en otro tipo de experimento, un colisionador que es lineal -el LHC es circular-. Este colisionador se llama CLIC (Compact Linear Collider) y está en la etapa de aprobación para su construcción. Parte de la etapa de aprobación requiere análisis de datos simulados para poder demostrar la capacidad de este colisionador. Ahí es donde estoy contribuyendo -en conjunto con el ex estudiante UC Raimundo Hoppe-, con un análisis que estudia la capacidad de este experimento de ver un decaimiento poco probable del bosón de Higgs”, detalla la académica.
Medicina centrada en la familia
“Esta es una gran oportunidad para formarme. Va a ser muy enriquecedor tener una mirada más amplia de las ciencias y su impacto, y poder luego contribuir en el futuro”, afirma Diego García-Huidobro.
Médico formado en la UC, Diego se especializó en medicina familiar. Con un doctorado por la Universidad de Minnesota (EE.UU) en terapia familiar, ha trabajado en numerosas investigaciones enfocadas en evaluar el rol de la familia en salud. “Para mí, uno de los determinantes sociales más importantes de una persona es su entorno familiar. Por eso, para poder prevenir o tratar problemas de salud, es fundamental trabajar con la familia”, dice.
Sus líneas de investigación son “bien prácticas”, como él mismo recalca, especialmente en dos líneas: obesidad infantil, y alcohol y drogas. Siempre con un enfoque comunitario centrado en el usuario. “Las intervenciones se diseñan en conjunto con las personas. Es clave involucrar a los participantes en los diseños”, añade este académico.
Toda esta labor le ha valido varios reconocimientos, entre ellos, Young Investigator Award, de la World Organization of Family Physicians (WONCA), en 2015; Matilda White Railey Award del National Institutes of Health (NIH) en EE.UU; y Best Reviewer of the Year, del American Journal of Public Health.
Los desafíos
Ambos académicos agradecen el apoyo entregado por la UC. “La UC nos provee diariamente sobre concursos para fondos, mucha información al respecto y apoyo con nuestras postulaciones”, afirma Francisca. Asimismo, Diego añade: “La universidad ha sido muy importante. Como médicos no tenemos mucha formación como investigadores. En mi caso, recibí bastante apoyo y flexibilidad para hacer mi doctorado”.
Ambos coinciden también en que la exigencia es alta. Compatibilizar la carga de cursos, deberes administrativos e investigación, no es fácil. Tampoco es simple equilibrar la vida personal con la investigación.
Sin embargo, los dos también son entusiastas a la hora de querer continuar por este camino. “Es una oportunidad para que mi investigación tenga un mayor impacto en las políticas públicas, poder contribuir a estas políticas desde lo que yo hago”, comenta Diego.
Como concluye Francisca: “Para generar conocimiento, tenemos que hacer entender al ciudadano común el valor de la ciencia para que demande a la autoridades mayor inversión. Creo que los científicos jóvenes tenemos que reencantarnos con el rol de la difusión científica, que muchas veces queda relegado a un segundo plano y es mirado en menos dentro de la comunidad”.