Jeanne Hersant, académica de la Escuela de Trabajo Social, lidera un proyecto Anillos que ahonda en las brechas de género y las barreras de entrada de las matemáticas en nuestro país, y luego, en su desarrollo profesional. Un trabajo que no solo pone de manifiesto una realidad, sino que también se ha convertido en un puente entre las ciencias exactas y sociales.
La participación de las mujeres en las carreras científicas en Chile, y en el mundo, aún es bastante baja. De acuerdo a un estudio de la UNESCO (2018), que incluye 110 países, la matrícula en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática), alcanza en total un 16%. De este, un 3% corresponde a Informática y Comunicación, 5% a Ciencias Naturales, Matemáticas y Estadística, y un 8% a Ingeniería.
Tanto en Chile como en otros países, este fenómeno ha sido estudiado principalmente desde una perspectiva de la educación escolar. Se ha evidenciado que la relación que tienen las niñas con estas disciplinas, y la matemática en particular, está condicionada fuertemente por los estereotipos de género.
Ahondar más en esta situación, es el objetivo del proyecto Anillo SOC180025 “Mujeres matemáticas en Chile. Sociología de un campo científico desde una perspectiva interdisciplinaria y de género”, liderado por la académica de la Escuela de Trabajo Social UC, Jeanne Hersant. Su foco está puesto especialmente en las mujeres que están insertas en la disciplina matemática como investigadoras.
En concreto, el objetivo es describir el campo científico de las matemáticas en Chile, y la estratificación social y de género que lo caracteriza, e identificar las barreras de entrada para las mujeres. También se propone identificar las etapas de la carrera de investigadora en matemática.
Avances y retrocesos
Desde que el proyecto fue postulado, y adjudicado en diciembre de 2018, bastante agua ha pasado bajo el puente. “Sin duda el movimiento feminista ha tenido influencia en la academia, visibilizando las brechas de género en la academia en general y en las disciplinas STEM en particular”, afirma Jeanne Hersant.
Explica que, desde que comenzó a trabajar en el tema junto a la académica de la Universidad de Santiago María Isabel Cortez, e investigadora principal del proyecto, el problema de la brecha de género en matemáticas –“o dicho de otra forma, la exclusión de las mujeres matemáticas de los espacios más prestigiosos como lo son la investigación o los cargos académicos de planta y de jornada completa”– se ha asumido, o al menos, “ya no suscita las discusiones apasionadas que pudimos presenciar dentro de la comunidad matemática”, dice.
Sin embargo, el 2019 ninguna mujer se adjudicó un Fondecyt Regular en matemática, lo que no se había visto en 20 años. “Esto nos muestra que la toma de conciencia no es tan profunda como quisiéramos y que se sigue evaluando a las mujeres bajo criterios de “excelencia”, que suelen ser definidos por y para hombres”, dice Hersant. Además, la pandemia ha puesto de manifiesto la brecha entre hombres y mujeres, no solo en las matemáticas, sino en el ámbito laboral en general. “Hombres y mujeres muchas veces no ejercen la ciencia en las mismas condiciones, ya sea por la carga del trabajo doméstico no remunerado o por la carga emocional, de no sentirse a la altura en situaciones de alta competencia con hombres”, explica la académica.
En este año y medio de vida que ya tiene el proyecto, se han realizado bastantes actividades, tanto internas como externas: reuniones de equipo en Santiago y Valparaíso; encuentros en Francia, Suiza e Inglaterra para estrechar lazos con las contrapartes internacionales; así como trabajo de campo realizado en 2019, consistente en grupos focales mixtos y otros solo con mujeres, en distintas regiones. También se han desarrollado numerosas actividades públicas de difusión de Antofagasta a Valdivia, entre ellas, conversatorios sobre género y ciencia en el marco de la muestra de la exposición fotográfica “Retratos de matemáticas”.
Cambio de formato
“Luego del estallido social, que nos obligó a postergar parte del trabajo de campo, la actual pandemia es sin duda un tremendo desafío en términos de planificación de la investigación y las colaboraciones internacionales”, afirma la investigadora. Esto llevó a cambiar el formato de focus groups presenciales por la vía remota.
Las actividades también se han realizado en modo on line. En mayo pasado, por ejemplo, en el contexto de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Matemáticas -el 12 de mayo- organizaron una serie de talleres de juegos matemáticas para niñas y niños de distintas edades, por Zoom. Todas estas actividades han sido coordinadas por Mariel Saez, investigadora principal del proyecto y académica de la Facultad de Matemática UC, quien se encuentra editando un libro de fotografías y relatos, “Retratos de matemáticas”, que se espera lanzar una vez finalizada la cuarentena.
“Nuestro objetivo ahora es avanzar en las lecturas y los marcos analíticos en torno al material que ya pudimos recopilar. También estamos preparando la segunda etapa del trabajo de campo, que consiste en la realización de entrevistas en profundidad a investigadoras en matemáticas de distintas generaciones y regiones del país”, cuenta.
Los desafíos
En este tiempo de investigación intensa, de acuerdo a esta doctora en Sociología y polítóloga, el mayor aprendizaje ha sido el trabajo interdisciplinario entre investigadoras de las ciencias sociales y las matemáticas. “Es una forma de interdisciplinariedad bastante “radical” que nos llevó e incentivó a dialogar mucho, a cuestionar varios aspectos de lo que considerábamos como asumido en cuanto a nuestros respectivos quehaceres”, admite.
Hacia delante, el primer desafío es la planificación de la segunda etapa del trabajo de campo, “que requiere la realización de varias entrevistas con una muestra de entre 5 y 10 investigadoras del país, para llegar a relatos biográficos detallados. Por la naturaleza de esta metodología, no queremos implementarla de forma remota, y es difícil en la actualidad saber en qué momento se podrá realizar”, explica.
El segundo desafío son los “productos” requeridos al final del proyecto, lo que se ha retrasado producto de la situación sanitaria. “Creemos que las ciencias sociales, en particular con un proyecto atrevido en lo interdisciplinar como éste, tienen un patrón y ritmo de producción de conocimiento distinto al de las ciencias exactas –que suelen ser referentes en el diseño de proyectos concursables en ciencia y tecnología en el país”.