La profesora de Física Francisca Garay es parte del equipo de investigadores chilenos que produce módulos para ATLAS, uno de los detectores de partículas del Gran Colisionador de Hadrones del CERN. Escucha su entrevista en el programa Congreso Futuro de Radio Cooperativa.
La colaboración de diez mil científicos de todo el mundo, necesitó la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) para crear el Gran Colisionador de Hadrones. De 46 metros de largo y 25 de diámetro, y un peso de 7.000 toneladas, es el acelerador de partículas más grande y de mayor energía existente. Allí, millones de partículas chocan entre sí cada segundo. ¿Para qué? Esto permitiría responder preguntas fundamentales, como por ejemplo, el origen del Universo.
El acelerador de partículas más poderoso del planeta se encuentra actualmente desconectado, hasta el año 2021. La razón: convertirse en un instrumento aún más potente, que permita explorar nuevas fronteras en la composición de la materia y la historia del Universo. Se modificarán inyectores, se reemplazarán los aceleradores lineales, así como también uno de los detectores de cálculo, entre otros avances.
Uno de los siete detectores de partículas es ATLAS, uno de los cuatro principales proyectos del Gran Colisionador, en que están implicados unos 3.000 científicos e ingenieros de más de 180 instituciones, pertenecientes a 38 países. Entre ellos, un equipo de chilenos, conformado por investigadores de la Universidad Católica, Universidad Santa María, Andrés Bello y Universidad de Tarapacá, se encuentra construyendo una serie de módulos para ATLAS.
“Nosotros colisionamos protones -dentro del experimento ATLAS-, y la idea es poder colisionar estos protones a mayor energía. Para eso necesitamos nuevas tecnologías que permitan soportar esta mayor cantidad de datos al aumentar la energía”, explica Francisca Garay, profesora asistente del Instituto de Física y parte del equipo de investigadores, entrevistada en el programa Congreso Futuro de Radio Cooperativa el pasado domingo 12 de abril.
“Cuando logras colisionar protones, que están hechos de partículas elementales, logras dividirlos y se generan una gran cantidad de otras nuevas partículas. Éstas nos podrían permitir explicar ciertos fenómenos de la naturaleza”, dice.
La más famosa ha sido el “bosón de Higgs”, conocida también como “la partícula de Dios”, que, se cree tiene un papel fundamental en el mecanismo por el que se origina la masa de las partículas elementales. Si el electrón no tuviera masa no habría átomos, con lo cual no existiría la materia como la conocemos. El Universo completo sería muy diferente. Esta partícula había sido un gran enigma de la física, hasta que su existencia fue comprobada en 2012 gracias al Gran Colisionador, confirmándolo al año siguiente.
A pesar de este tiempo de cuarentena debido al Covid-19, el equipo sigue trabajando. “Si bien no en el laboratorio, aprovechamos este tiempo para estudiar el diseño de la máquina en que estamos trabajando, para saber si va a funcionar de manera eficiente y si va a poder tomar datos en condiciones de gran liberación de energía”, cuenta Francisca.
Escuchar la entrevista completa
(Archivo: “Congreso Futuro: ¿Somos capaces de producir insumos para enfrentar la pandemia de Covid-19?”, a partir del minuto 28)