La memoria viva del patrimonio en madera: aprendizajes desde Chiloé hacia Japón y el mundo

En el marco del V Foro Académico Chile–Japón 2025, el arquitecto Emilio De la Cerda, académico de la Escuela de Arquitectura UC, comparte una reflexión sobre el patrimonio en madera y la experiencia chilota como ejemplo de colaboración entre comunidades, universidad y Estado.

Emilio De la Cerda en la visita a Hōryū-ji, el templo budista más antiguo de Japón, fundado en el 607 d.C. y conocido por albergar las estructuras de madera más antiguas del mundo. Foto: UC.

En el Foro Académico Chile–Japón 2025, celebrado en el Instituto de Investigación para la Prevención de Desastres de la Universidad de Kioto, el arquitecto Emilio De la Cerda, académico de la Escuela de Arquitectura UC y ex Subsecretario del Patrimonio Cultural, participó en el Workshop 5: Ecology, Sustainable Architecture and Urban Planning (Ecología, Arquitectura Sustentable y Urbanismo), instancia que reunió a investigadores chilenos y japoneses en torno a los desafíos de la sustentabilidad y la conservación del patrimonio construido.

La participación del investigador se centró en la experiencia chilena del patrimonio en madera, particularmente la desarrollada en Chiloé, donde durante más de cinco décadas las universidades, las comunidades locales y el Estado han tejido un modelo de conservación que hoy es referente internacional. “Lo que expusimos fue una mirada panorámica sobre cómo Chile ha aprendido a conservar su patrimonio en madera, integrando el conocimiento técnico con el saber local y comunitario”, explica.

El encuentro permitió contrastar las formas en que ambos países abordan la autenticidad y la renovación de su arquitectura tradicional. En Japón, las restauraciones periódicas de templos como Nara o Kongōchō-ji se entienden como parte del ciclo de vida de los edificios, no como una pérdida de su valor histórico. “Ellos practican una conservación viva: reconstruyen para mantener el conocimiento”, comenta De la Cerda. “Es una lección poderosa para Chile, donde muchas veces la restauración se entiende solo desde lo material”.

Desde esa perspectiva, el Foro no solo fortaleció la cooperación académica, sino que también abrió nuevos caminos para repensar la sostenibilidad patrimonial, incorporando innovación tecnológica y gestión comunitaria en los procesos de restauración.

“El gran aprendizaje fue entender que conservar también es transformar, que los patrimonios deben adaptarse a los cambios sociales y ambientales sin perder su identidad”, señala.

El Centro UC de Innovación en Madera también tuvo un papel relevante dentro del Foro, presentando proyectos que integran investigación, diseño y sostenibilidad. Su agenda busca ampliar el uso de la madera en la edificación chilena, con foco en construcción en altura, sistemas mixtos y soluciones de bajo impacto ambiental. Japón, comenta De la Cerda, ofreció inspiración en tres frentes: tecnología antisísmica, regeneración urbana en madera y transmisión de oficios como política pública. “Ambos países comparten una cultura material profundamente ligada a la madera; aprender unos de otros es una oportunidad para pensar en nuevas arquitecturas sostenibles”, agrega.

Participantes del Workshop 5 Foro Chile-Japón 2025. Foto: Organización Foro Chile-Japón.

La huella de Chiloé: un patrimonio vivo

La ponencia de Emilio De la Cerda en el Workshop 5 presentó el recorrido histórico y cultural que ha dado forma a la Escuela Chilota de Arquitectura en Madera, un ejemplo único de cómo la arquitectura puede convertirse en puente entre tradición y contemporaneidad. Esta escuela surge del trabajo iniciado en los años setenta por el Taller Chiloé de la Universidad de Chile, y continuado por investigadores de la Universidad Católica, entre ellos el padre Gabriel Guarda, quien documentó y analizó las iglesias del archipiélago en una publicación de Ediciones UC en los años 80.

Esa trayectoria derivó en la creación de la Fundación Amigos de las Iglesias de Chiloé —hoy Fundación de Iglesias Patrimoniales—, que junto a la academia y al Estado ha liderado por décadas los procesos de restauración y conservación de los templos. En el año 2000, este trabajo fue reconocido con la declaratoria UNESCO que distinguió a las iglesias chilotas como Patrimonio de la Humanidad.

“El caso de Chiloé es una ‘mesa de cuatro patas’: la comunidad, la academia, el Estado y la fundación. Ese equilibrio permitió rescatar técnicas de carpintería tradicional, valorar los oficios y entender que el patrimonio no está solo en el templo, sino también en el paisaje y las prácticas que lo rodean”, señala De la Cerda.

En los últimos años, nuevas herramientas tecnológicas —como la digitalización en 3D y los gemelos digitales desarrollados por el Centro UC Patrimonio Cultural junto a la Universidad de Edimburgo— han permitido monitorear las transformaciones de los templos y fortalecer su gestión. “Estas herramientas no sustituyen el conocimiento local, lo complementan”, enfatiza el académico.

El diálogo con Japón ofreció un espejo para mirar la experiencia chilota desde otra escala. Mientras los templos japoneses son reconstruidos cada 60 años en un acto ritual de transmisión del oficio, en Chiloé los carpinteros han sostenido una práctica viva de reparación constante, aprendida de generación en generación. “En ambos casos hay un profundo respeto por la madera, por su envejecimiento y su capacidad de renacer. Esa es la esencia del patrimonio vivo”, reflexiona.

El trabajo de las comunidades chilotas se ha convertido así en un modelo de colaboración entre universidad, Estado y sociedad civil, donde la conservación se entiende como parte del desarrollo local. “El gran valor de esta experiencia es que no se trata solo de restaurar iglesias, sino de reconstruir vínculos entre las personas y su territorio”, afirma De la Cerda.

Foto: Organización Foro Chile-Japón.

De la Escuela Chilota al futuro del patrimonio

La Escuela Chilota de Arquitectura en Madera ha sido una plataforma de formación, reflexión y experimentación arquitectónica que marcó un antes y un después en la manera en que Chile entiende su patrimonio. A lo largo de cinco décadas, su enfoque ha evolucionado desde lo técnico hacia una comprensión integral que incorpora paisaje, cultura y comunidad.

“La conservación no es solo técnica: integra saber comunitario, prácticas culturales y entorno”, destaca De la Cerda. Este enfoque ha inspirado a nuevas generaciones de arquitectos y ha permeado la enseñanza universitaria, promoviendo una mirada crítica y sensible hacia los territorios.

En 2026, este legado se plasmará en una nueva publicación de Ediciones UC, dirigida por el profesor Eugenio Garcés, que celebrará los 200 años de la anexión de Chiloé a Chile. El libro presentará al archipiélago como un paisaje cultural, donde templos, mar interior, bosques, gastronomía y oficios se entrelazan en un mismo relato histórico y ambiental.

“Esta publicación busca mirar Chiloé más allá de sus iglesias, comprenderlo como un sistema vivo donde naturaleza y cultura se integran”, explica De la Cerda. “Será una oportunidad para repensar las políticas de planificación territorial con una mirada más amplia y respetuosa del lugar”.

El cierre del Foro dejó una convicción compartida: que el patrimonio no es un objeto detenido en el tiempo, sino una práctica de futuro. Así lo resumen las palabras del arquitecto: “Japón nos enseña que conservar es mantener viva una tradición; Chile nos recuerda que cada reconstrucción es también un acto de comunidad. Esa es la arquitectura que vale la pena proyectar hacia el mañana”.

Foto: Eugenio Garcés (EARQ UC).